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La verdadera historia de la bella durmiente.

  • Foto del escritor: Jess Kuicast
    Jess Kuicast
  • 7 ene 2015
  • 3 Min. de lectura

Ha llegado a nosotros una versión muy bonita de “La Bella Durmiente”, cuento de tradición oral que fue puesto por escrito por autores como Charles Perrault o los famosos hermanos Grimm, sin embargo la versión más antigua, datada en 1634, escrita por Giambattista Basile y bajo el título “Sol, Luna y Talía” nos ofrece una versión un tanto diferente:


Un rey, aconsejado por sabios y adivinos, prohibió la entrada de lino, cáñamo y similares a su palacio; pero, a pesar de estas precauciones, su hija Talía se pinchó con una arista (filamento) de lino y murió. El padre la sentó en un sillón de terciopelo dentro del palacio y la dejó sola. Un día, el halcón de un rey que estaba cazando se coló por la ventana. Este llamó a la puerta creyendo que aquel lugar estaba habitado, pero nadie contestó, por lo que entró a buscar a su halcón y llegó a la habitación donde estaba Talía. Pensando que estaba dormida la llamó, pero no obtuvo respuesta. Prendado de su belleza, la violó y volvió a su reino.

Pasados nueve meses, la princesa dio a luz a una niña y a un niño, que buscando el pecho de su madre para mamar y no encontrándolo, le chuparon el dedo y le sacaron la arista de lino. Talía despertó y se halló sola en el palacio con los dos niños.

Un día que el rey se acordó de ella, encontró la ocasión de ir a verla de nuevo y quedó sorprendido al ver que estaba despierta y había tenido dos niños. Ambos mantuvieron una relación hasta que él tuvo que volver junto a su esposa.


La reina sospechaba que su marido le era infiel porque había pasado mucho tiempo fuera y además pronunciaba el nombre de su amante y sus dos hijos. Cuando confirmó sus sospechas, mandó al cocinero que degollara a los niños, los cocinara y se los diera de comer al rey, sin embargo el cocinero se apiadó de los pequeños y desobedeció a la reina. Dio a los niños a su mujer, y cocinó dos cabritos. Mientras el rey comía, la reina le repetía una y otra vez que comiera, porque estaba comiendo de lo suyo. Este harto de escuchar a su mujer decir todo el rato la misma frase y sin entender lo que le estaba queriendo decir en realidad, se alejó enfadado. La reina aprovechó la marcha de su marido para mandar llamar a Talía, haciéndole creer que el rey la estaba esperando. La ingenua acudió feliz sin saber que era una trampa y cuando se encontró ante la reina le dijo que no había sido culpa suya, que la habían violado mientras dormía, pero no la escuchó y la mandó quemar en la hoguera.

El rey llegó por fin y observando semejante espectáculo preguntó qué pasaba y pidió ver a sus hijos, fue entonces cuando la reina le dijo que se los había dado de comer. Muy enfadado mandó quemar a su esposa, al secretario que la había ayudado y al cocinero, que se libró de la hoguera al decirle que él y su mujer habían salvado a sus hijos.


Al fin y al cabo, el cuento acabó bien, el cocinero fue nombrado hombre de cámara y Talía y el rey se casaron y pudieron vivir juntos con sus dos hijos.

-Por Noelia Bernabeu Torreblanca-

 
 
 

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